En el contexto del Día Internacional de las Mujeres Rurales, celebrado el 15 de octubre, Victorina Pérez de la Cruz se erige como un referente de empoderamiento femenino en la comunidad Libertad Campesina, ubicada en el municipio de Usumacinta, Chiapas. Desde 2018, ha liderado a un grupo de siete mujeres en la producción de hongos comestibles, conocidos como hongos seta, logrando así transformar su entorno económico y social.
Un proceso productivo con impacto local
La producción de hongos en esta comunidad rural requiere un compromiso y esfuerzo considerable, con un ciclo de cultivo que oscila entre 20 y 25 días, dependiendo de las condiciones climáticas. En su primera cosecha, el grupo logró recolectar entre 16 y 26 kilos de hongos, aunque las cantidades tienden a disminuir en los cortes posteriores.
Estos hongos son vendidos principalmente en su comunidad y en la cercana localidad de El Palmar, y además abastecen hasta 5 kilos a biólogos, destacando la creciente demanda local.
La iniciativa surgió gracias a la colaboración de la cooperativa Ambio, que impulsó el proyecto y capacitó a Victorina y su equipo en el ejido Efraín A. Gutiérrez.
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Este apoyo ha sido crucial para que las mujeres de Libertad Campesina establezcan una fuente de ingresos sostenibles a través de la producción de hongos. “Nuestras cosechas son cada 15 días y hemos visto buenos resultados gracias al esfuerzo colectivo”, afirma Pérez de la Cruz.
Transformando vidas y fortaleciendo comunidades
Ambio también trabaja en colaboración con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) para implementar proyectos que incorporen la perspectiva de género en zonas rurales, empoderando a grupos vulnerables.
Aunque el proyecto formal ha concluido, Victorina ha asumido el papel de representante de su comunidad, continuando la producción y cumpliendo con los objetivos establecidos por la cooperativa. Recientemente, se han integrado a cuatro hombres al grupo, promoviendo la inclusión en su labor.
Pérez destaca que trabajar en el campo ha transformado su vida y la de su grupo, no solo al proporcionar una fuente de ingresos, sino también al permitirles acceder a alimentos frescos y nutritivos. Su historia es un testimonio del poder de las mujeres rurales y su capacidad para generar un cambio positivo en sus comunidades.